jueves, 19 de mayo de 2011

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA / César Vallejo

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...




Hoy me desperté pensando en este poema. Y sólo después me dí cuenta de que es jueves y de otoño. Y claro, de los huesos húmeros...

lunes, 16 de mayo de 2011

LA CALLE DEL AGUJERO EN LA MEDIA/ Raúl González Tuñon

Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad

y la mujer que amo con una boina azul
yo conozco la música de un barracón de feria
barquitos en botellas y humo en el horizonte.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad.

Ni la noche tumbada sobre el ruido del bar
ni los labios sesgados sobre un viejo cantar
ni el afiche apagado del grotesco armazón
telaraña del mundo sobre mi corazón.
¡Ni las luces que siempre se van con otros hombres
de rodillas desnudas y de brazos tendidos!
- Tenía unos pocos sueños iguales a los sueños
que acarician de noche a los niños dormidos.
Tenía el resplandor de una felicidad
y veía mi rostro fijado en las vidrieras
y en un lugar del mundo era el hombre feliz.

¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios?
¿Y muñecos de trapos con alegres bonetes?
¿Y soldaditos juntos marchando en la mañana
y carros de verduras con colores alegres?

Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera
y mi alma tan lejana y tan cerca de mí
y riendo de la muerte y de la suerte y
feliz como una rama de viento en primavera.
El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la guerra!
Esto es simple querida como el globo de luz
del hotel en que vives. Yo subo la escalera
y la música viene a mi lado, la música,
los dos somos gitanos de una troupe vagabunda
alegres en lo alto de una calle cualquiera.
Alegres las campanas con una nueva voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en tu media
sale el sol y se llena todo el cuarto de sol.

Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad
una calle que nadie conoce ni transita,
solo yo voy por ella con mi dolor desnudo
solo con el recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un
         puerto.
Decir, yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.


Mi padre ama este poema y mi madre, como lo ama a él, usaba una boina azul

sábado, 14 de mayo de 2011

Condición de lo ajeno/Javier Naranjo


Me gusta llegar a un cuarto que no tenga nada mío, ni un cuadro, ni una sábana, mis huellas, ni mi olor. Me gusta saber que nada ahí es mío. 
Todo es apenas el rato que duermo en lo provisorio. En la madrugada oigo pasos al otro lado de la puerta, el piso de madera retiembla y afuera en el lavamanos una boca anónima escupe. 
Me gusta de ese cuarto de hotel el poco nombre que tiene, los todos nombres que tiene. 
Reclino la cabeza en donde tantos la han reposado, y pensaron y sintieron la nada que hay de ellos en todo.


Javier estuvo con su compañera Orlanda en el último Festival de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires. Un gusto coordinar su mesa y tenerlos, después en mi mesa familiar. Una voz precisa que anda por la poesía como que nada entre las palabras. Un gusto haberlos conocido.

jueves, 5 de mayo de 2011

Asesina /Gisela Galimi

Asesina
Harta de ser la víctima
me convertí en mi propio victimario.
Protagonista hacia el final
no me tembló la mano
al clavar la daga en mi vientre,
aquella tarde de calor insoportable.
Hice, lo usual en estos casos,
el filo para arriba
y un movimiento ascendente
para un desenlace efectivo.
Usé el cuchillo como la verdad,
que puesta sobre la mesa
duele más que cualquier mentira,
pero alivia.
No me siento culpable,
fue en defensa propia,
tuve que matarme
para no morirme.
Inédito

Y sí, me dieron ganas...una mia.

lunes, 2 de mayo de 2011

Colegiales de la noche / ALEJANDRO SCHMIDT


¿Flotan los muertos?
su agua
¿es el temor?
¿qué pasaría si fueran tu mesa?
¿si no se corrompieran
y bailaran?
¿si fueran colegiales de la noche?
¿si el alma fuera un mapa comido por la arena?
¿cómo aprenderíamos la oscuridad?
¿hasta dónde podríamos mirar?

Si entre la muerte de todos
y la muerte mía
sólo vos estuvieras
viva
tropezando con cantores de madera
con las raíces muertas del mar
con nubes de piedra
puerta tras puerta
y atrás
muy atrás de tu verde corazón
el viento
impulsara
en papeles de oro
barcos y leones muertos
donde viven las palabras
¿sólo una vez?

Y entonces
con los poderes que otorga
la ignorancia o el amor
abrieras los labios
y el silencio cayera en mis manos
¿alguien más sería estremecido
o nuevo
como una gota?

¿y si el silencio estuviera muerto?
¿y si la luz estuviera muerta?
¿y si caminaras hacia mí
como otras veces
y pudieras alcanzarme y sonreír?

¿y si eso fuera todo?
¿y si la muerte no existiera?
¿y si fuera una idea del tiempo
mientras aguarda bajo el hielo
su remo y sus batallas?

¿Adónde van
envueltos en hojas
en campanas?

¿Adónde reúnen sus espumas?

¿Y si dieran la felicidad?

¿Y si completaran el sol?




Hermosos versos: "Y entonces/con los poderes que otorga/la ignorancia o el amor/abrieras los labios. Un poema de Alejandro Schmidt, a quien tuve el gusto de tener en mi mesa en el VI Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires.  Un poema que apuesta a la vida. Quería compartirlo!