domingo, 10 de octubre de 2010
Bienvenida
A los cinco años le dije a mi papá que quería trabajar "de escribir". Me gustaba el orgullo que en mi familia mostraban cuando yo les dictaba algo que se supone eran versos. A los 8 años ya tenía mi propio cuaderno de poemas. No quiere decir mucho en realidad. No me vuelve mejor poeta, ni asegura que a nadie vayan a gustarle mis versos, pero si define mi vocación o vicio por las palabras. Un vicio que me acompaña a diario, en la rara forma de mirar el mundo que llevamos los poetas a cuestas
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