La letra escarlata
La cocina, la comida, las calles cada vez más inhumanas y confusas, las multitudes cada vez más vertiginosas, una especie de ceguera para continuar, de ceguera áspera, tosca, desafinada, todo va a acabar mal. La mesa, adiós.
Me duelen la soledad y ciertos desdenes, ciertas desatenciones que no llegaría a llamar desprecio, pero que tal vez lo sean. A las que sin duda yo misma me expongo, porque siempre quiero un viaje de amor, un día de amor, una tarde tranquila y afectuosa.
Espero luces de pequeños consuelos, unos labios que me sonrían, pequeños rebaños de nubes en el amanecer. Un paisaje de amor.
Estoy sentada sola, en el fondo de la noche, no conozco a nadie, nadie me conoce, y me digo, qué me queda por perder? Y me digo: no seas cobarde, no pidas perderlo todo.
Aferrándote a lo poco que te queda, resiste.
No ves que el agua fluye y te lleva? Entonces resiste, pero no te resistas.
No te importe que se grabe hondo en tu corazón la bella letra escarlata de todo lo que te falta.
Aunque no sea fácil llevarla, no sabría yo, ni los que me miran, si representa un baldón o un privilegio.
No ves que el agua fluye y te lleva? Entonces resiste, pero no te resistas. Esto díac e María Julia de Ruschi en su poema y su voz singular se vuelve plural en cada uno de nosotros. Hijos de la soledad en un mundo que parece acompañarnos todo el día. Un placer, sus versos.
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