Si fuera
hombre usaría
la
navaja de mi abuelo para afeitarme —
rozaría
levemente el hueco del mentón,
trazaría
los ángulos del rostro con precisión de esteta.
Ha de
ser un magnífico ejercicio de conciencia y de pulso
mirarase
cada día al espejo,
navaja
en mano.
Inquietante poema de Teresa. Inquietante pensar en la navaja, el pulso y la conciencia, todos en el mismo reflejo. Lo comparto, con cariño dominical.
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