“el viento mueve,
esparce y desordena”
Garcilaso de la Vega
En la tarde de viento
helado
avanza por la calle Cerviño ,
una mujer delgada
de unos cincuenta años.
El pelo ensortijado,
rubio y largo,
se arremolina azotando su
rostro cabizbajo.
Vestida
completamente de negro,
camina a paso
regular y decidido,
sosteniendo (tal
un pequeño cuerpo yerto
y con una
mano en cada extremo)
una rosa roja
de tallo largo
que va de una
a otra cadera.
Al acercarnos
mutuamente con la marcha,
puedo ver que
llora,
que,
contenidamente, llora,
mientras mira
la fragante rosa roja
o la daga
intacta
de un poema
amputado.
Graciela presentó su nuevo libro Balandro hace pocos días, en Buenos Aires. Por muchas rosas de risa, sin llantos, Graciela!
Muchas gracias, Gise.
ResponderEliminarEl viento hace escribir poemas.
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