a los cazadores de jirafas del desierto de Kalahari, que ven
en las manchas del pelaje las de la luna, y en la carrera
atroz
frente a las lanzas la estampida de la propia muerte.
Siempre admiré las raíces de los árboles, pero más
admiré las ramas, y más aún las hojas y la flor perecedera.
Lo que se va y no queda
sino en el ojo de la mente,
o en el alma, según la religión.
en las manchas del pelaje las de la luna, y en la carrera
atroz
frente a las lanzas la estampida de la propia muerte.
Siempre admiré las raíces de los árboles, pero más
admiré las ramas, y más aún las hojas y la flor perecedera.
Lo que se va y no queda
sino en el ojo de la mente,
o en el alma, según la religión.
De: POEMAS Y ANIMALES SUELTOS (Buenos Aires, pato-en-la-cara, 2005)