sábado, 17 de septiembre de 2011

Miedo / María Julia de Ruschi

Recuerdo lo que es disolverse en nada. Y regresar. Un vértigo, un crimen que no deja rastros en el interior de la materia que a sí misma se piensa, o se percibe, o se sueña. Violento estallido de Inmediatez: en la oscuridad súbita la certeza de que alguien me mira con una sed que me eliminará, en ese infinito previo-instante. O antes de  haber sido concebida. O la baranda del balcón en la que me apoyo para asomarme al jardín del patio, ya no está, o nunca estuvo. Porque el grito que escucho ¿es el heladero, es la hora de la siesta, mi infancia, el pueblo, el verano? ¿Dónde estoy? ¿Ya haber caído y haberlo olvidado? ¿Haber regresado? ¿Ya he sido concebida? ¿Con dicha, sin dicha? La ingenuidad de dos o tres confianzas básicas. El latir de mi corazón, el calor de mi sangre, su circulación por mis venas. El oído empieza a devorarse porque ya no existe el silencio. Pero cuando el silencio existe sin fin y ya acabado, se apodera de mí para pensarse, sentirse o soñarse, y romper su instrumento.



Hermoso poema de la hermosa persona María Julia de Ruschi, que ayer nos visitó en el grupo de poesía que comparto con unos jóvenes maravillosos. Rica la mezcla de su experiencia y los versos desnudos de los chicos. Este posteo no va sólo con agradecimiento, sino también con admiración.

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