sábado, 16 de octubre de 2010

Las madres son la antipoesía

No recuerdo haber leído poemas hermosos sobre las madres. Si sobres la cunas, si sobre las madres que ya no viven. Pero en general los poemas sobre las madres  caen en lugares comunes. Es que las madres encarnan en sí la antipoesía. Es difícil escribirles. Digo la antipoesía porque ser madre trae una certeza cruda y necesaria que el poema no tiene. Ser madre es un acto donde no caben las abstracciones ni las metáforas. Es un ser, tan ser, que las palabras no logran describirlo. Ser madre se dice en actos -la comida caliente, la caricia, el consuelo- y ser hijo se responde tan poco! Es que ser madre es una certeza que lo abarca todo de manera tan incondicional que no espera del hijo más respuesta que su propia existencia libre. 


Tratando de rescatar de mi memoria encontré este poema de Adelia Prado, que para mí es una hermosa forma de devolver amor de parte de un hijo, el poder ver a su madre más allá de la rutina.


Fotografia


Cuando mi madre posó
para éste que fue su único retrato,
apenas consintió en tener las sienes curvas. 
De todos modos hay un deseo de belleza en su rostro
que una doctrina dura ha contenido.
La boca es conspicua,
pero las orejas de muestran.
El vestido es negro y cerrado.
El temor de Dios circunda en su semblante,
como una cadena. Luminosa. Pero cadena.
Sería un retrato bastante triste
si no se viera en sus ojos un jardín.
No de aquí, pero jardín.

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