lunes, 19 de septiembre de 2011

¿No hay salida? /Octavio Paz. Fragmento

En Duermevela oigo correr entre bultos adormilados y ceñudos
un incesante río.
Es la catarata negra y blanca, las voces, las risas, los gemidos del
mundo confuso, despeñándose.
Y mi pensamiento que galopa y galopa y no avanza, también cae
y se levanta
y vuelve a despeñarse en las aguas estancadas del lenguaje.
Hace un segundo habría sido fácil coger una palabra y repetirla
una y otra vez,
cualquiera de esas frases que decimos a solas en un cuarto sin
espejos
para probarnos que no es cierto,
que aún estamos vivos,
pero ahora con manos que no pesan la noche aquieta la furiosa
marea
y una a una desertan las imágenes, una a una las palabras se
cubren el rostro.
Pasó ya el tiempo de esperar la llegada del tiempo, el tiempo de
ayer, hoy y mañana,
ayer es hoy, mañana es hoy, hoy todo es hoy, salió de pronto de
sí mismo y me mira,
no viene del pasado, no va a ninguna parte, hoy está aquí, no es
la muerte
-nadie se muere de la muerte, todos morimos de la vida-, no es
la vida
-fruto instantáneo, vertiginosa y lúcida embriaguez, el varío
sabor de la muerte da más vida a la vida-,
hoy no es muerte ni vida,
no tiene cuerpo, ni nombre, ni rostro, hoy está aquí,
echado a mis pies, mirándome.
Yo estoy de pie, quieto en el centro del círculo que hago al ir cayendo
desde mis pensamientos,
estoy de pie y no tengo adonde volver los ojos, no queda ni una
brizna del pasado,
toda la infancia se la tragó este instante y todo el porvenir son estos
muebles clavados en su sitio,
el ropero con su cara de palo, las sillas alineadas en 'a espera de
nadie,
el rechoncho sillón con los brazos abiertos, obsceno como morir
en su lecho,
el ventilador, insecto engreído, la ventana mentirosa, el presente
sin resquicios,
todo se ha cerrado sobre sí mismo, he vuelto adonde empecé,
todo es hoy y para siempre.







Nadie se muere de la muerte, todos morimos de la vida. Me quedo hoy con estos versos.

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