jueves, 25 de noviembre de 2010

El guardador de rebaños - De Pessoa, para Marcos


Desde la ventana más alta de mi casa,

con un pañuelo blanco digo adiós
a mis versos, que viajan hacia la humanidad.
Y no estoy alegre ni triste.
Ése es el destino de los versos.

Los escribí y debo enseñárselos a todos
porque no puedo hacer lo contrario,
como la flor no puede esconder el color,
ni el río ocultar que corre,
ni el árbol ocultar que da frutos.

He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,
y yo siento pena sin querer,
igual que un dolor en el cuerpo.

¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?

Flor, me cogió el destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.
Me resigno y me siento casi alegre,
casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.

¡Idos, idos de mí!
Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la 
que fue suya.

Paso y me quedo, como el Universo.

(**) De heterónimo Alberto Caeiro

Hoy egresa Marcos, mi hijo mayor. Será su fiesta y nuestro llanto. Le regalo estos versos de Pessoa porque es un poeta que ambos compartimos y amamos. Y también, porque como los versos del poema, siempre supe, desde el momento que nació, que no era mio. Ahora se cumple un hito en el camino de alejarse, pero como estos versos no estoy triste. Aunque creció a la vera de mis ríos, siempre supe que llegaría el día que sería mar, y ambos formaríamos partes distintas del mundo, pero partículas de un mismo universo. Te quiero Marcos, que la mente esté siempre fria y el corazón caliente. 

1 comentario:

  1. Me emocionó mucho tu comentario. Sos una genia de la palabra. Besos

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